
Aristarco Martínez ha escrito esta preciosa reseña de «La pulga de acero» para el número 2861 de la revista digital Hispanidad.
«La pulga de acero».
Maravilla rusa
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La recién nacida editorial Impedimenta ha dado en el clavo con esta pequeña obra maestra rusa, no sólo por su calidad sino por la edición: buena introducción de Care Santos, gran traducción de Sara Gutiérrez e ilustraciones de Javier Herrero (no sé quiénes son, pero los felicito). Un regalo, teniendo en cuenta las novelas impresentables que hay en el mercado por el mismo precio.
Nikolái Semionovich Leskov (Gorojovo, Rusia Central, 1831-San Petersburgo, 1895) se quedó huérfano a los dieciséis años y terminó de escritor por accidente, ya que no tuvo una formación académica por más que aprendiera polaco y ucraniano. Fue tan fácil (o difícil) como que alguien se diera cuenta de su valía como narrador a través de unas cartas privadas y decidiera publicarlas en periódicos. A partir de aquí, Leskov sentó cátedra y se convirtió en un autor tan denostado por una parte de sus contemporáneos (la mayoría) como bien considerado por otros (Chéjov y Tolstói), y especialmente por escritores posteriores como Walter Benjamin. Y es que no sólo nadie es profeta en su tierra sino que, muchas veces, ni siquiera lo es en su tiempo.